La coronación del rey Carlos III: una ocasión histórica para unos, indiferencia y protesta para otros
LONDRES.- El rey Carlos III fue coronado ayer en la Abadía de Westminster, al recibir la Corona de San Eduardo con joyas en una ceremonia basada en la tradición antigua realizada en un momento en que la monarquía se esfuerza por mantenerse relevante en una Gran Bretaña moderna fracturada.
Las trompetas sonaron dentro de la abadía medieval y la congregación proclamó «¡Dios salve al rey!» en la misa a la que asistieron más de 2.000 invitados, incluidos líderes mundiales, aristócratas y celebridades. Afuera, miles de militares, decenas de miles de espectadores y algunos manifestantes convergieron.
Más tarde, el recién coronado rey Carlos y la reina Camila saludaron a la multitud de entusiastas que se reunió para verlos desde el Palacio de Buckingham.
Fue la culminación de un viaje de siete décadas para Carlos desde que era heredero al trono hasta convertirse en monarca.
Para la familia real y el gobierno, la ocasión, cuyo nombre en código era Operación Orbe Dorado, fue una exhibición de patrimonio, tradición y espectáculo sin igual en todo el mundo.
Para las multitudes reunidas bajo un cielo lluvioso, miles de los cuales habían acampado durante la noche, fue una oportunidad de ser parte de una ocasión histórica.
Pero para millones más, el día fue recibido con indiferencia. El asombro y la reverencia que la ceremonia estaba diseñada para evocar en gran medida desapareció.
Para unos pocos, era motivo de protesta. Cientos de personas que quieren que Gran Bretaña se convierta en una república se reunieron para gritar «¡No es mi rey!». Los republicanos ven la coronación como una celebración de una institución que, según dicen, representa el privilegio y la desigualdad, en un país en el que la pobreza se profundiza y los lazos sociales se desgastan. Un puñado de ellos fueron arrestados.
Al comienzo del día, la iglesia bullía de emoción y estaba llena de flores fragantes y coloridos sombreros cuando la congregación de dignatarios internacionales, nobles y otras personas distinguidas llegaron. Entre ellos estaba la primera dama de Estados Unidos Jill Biden, el presidente francés Emmanuel Macron, el líder canadiense Justin Trudeau, ocho primeros ministros británicos actuales y anteriores, así como Judi Dench, Emma Thompson y Lionel Richie.
Durante la misa tradicional anglicada, ligeramente cambiada para los tiempos modernos, Carlos, con mantos carmesí y crema juró ante la Biblia que es un «verdadero protestante».
Pero por primera vez se agregó un prefacio al juramento de coronación para decir que la Iglesia de Inglaterra «buscará fomentar un ambiente donde las personas de todas las religiones y creencias puedan vivir libremente», y la epístola de la Biblia del Rey Jaime fue leída por el primer ministro Rishi Sunak, el primer líder hindú de Gran Bretaña.
Un coro de gospel interpretó un «Aleluya» recién compuesto y, por primera vez, el clero femenino participó en la ceremonia. También fue la primera vez que se incluyeron a representantes de las tradiciones budista, hindú, judía, musulmana y sij.
En una demostración de tradición y poder real, Carlos fue ungido con aceite del Monte de los Olivos en Tierra Santa y le presentaron un orbe, espadas y cetros, antes de que el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocara la corona de oro macizo adornada con más de 400 piedras preciosas en la cabeza del monarca.
Durante la coronación, Carlos se sentó en la Silla de Coronación de roble de 700 años de antigüedad, que alguna vez fue dorada y ahora está desgastada y grabada con grafiti. Debajo del asiento estaba la roca sagrada conocida como la Piedra del Destino, en la que se coronaba a los antiguos reyes escoceses.
Después de colocar la pesada corona, sonaron trompetas y se dispararon salvas en todo el Reino Unido.
Por más de 1,000 años, los monarcas británicos han sido coronados en grandiosas ceremonias que confirman su derecho a gobernar. Carlos es el 40to soberano en ser coronado en la abadía y a sus 74 años, es el mayor.
En estos días, el rey ya no tiene poder ejecutivo ni político, y la coronación es puramente ceremonial ya que Carlos se convirtió automáticamente en rey tras la muerte de su madre, la reina Isabel II, en septiembre.
El rey sigue siendo el jefe de estado del Reino Unido y un símbolo de identidad nacional, y Carlos tendrá que trabajar para unir a una nación multicultural y mantener la relevancia de la monarquía en un momento en que el apoyo a la misma está disminuyendo, especialmente entre los jóvenes.
El grupo antimonárquico Republic dijo que seis de sus miembros, incluyendo a su director ejecutivo, fueron arrestados cuando llegaron a la protesta. La policía había dicho que tendría una «baja tolerancia» para las personas que buscan perturbar el orden público y señaló que arrestó a cuatro personas sospechosas causar molestias.
El grupo ambientalista Just Stop Oil dijo que más de una decena de sus integrantes también fueron arrestados.
Las detenciones generaron críticas de que la policía estaba reprimiendo la libertad de expresión, y Human Rights Watch dijo que los arrestos eran «algo que uno esperaría ver en Moscú, no en Londres».
El costo multimillonario de toda la ceremonia (la cifra exacta se desconoce) también irritó a algunos en medio de una crisis por el costo de vida que ha significado que muchos británicos tengan dificultades para pagar sus recibos de energía y comprar alimentos.
A pesar de esto, Carlos ha buscado liderar una máquina real más pequeña y menos costosa para el siglo XXI. So coronación fue más corta que la de tres horas de Isabel II, con menos invitados y una procesión abreviada.
La familia real, que últimamente ha enfrentado desavenencias, hizo su propia demostración de unidad. El heredero al trono, el príncipe Guillermo, su esposa, Catalina, y sus tres hijos asistieron. Hacia el final de la ceremonia, Guillermo se arrodilló ante su padre y juró lealtad al rey, antes de besarlo en la mejilla.
Entonces Welby invitó a todos en la abadía a jurar «verdadera lealtad» al monarca. También invitó a las personas que veían por televisión a rendir homenaje, aunque esa parte de la ceremonia se atenuó después de que algunos la criticaron como un esfuerzo insensible para exigir apoyo público para Carlos.
El hermano menor de Guillermo, el príncipe Enrique, quien ha tenido diferencias públicas con la familia real, llegó solo. Su esposa Meghan y sus hijos se quedaron en casa en California, donde ha vivido la pareja desde que renunció a sus deberes reales en 2020.
Mientras Carlos y los principales miembros de la realeza se unían a una magnífica procesión militar después de la ceremonia, Enrique se quedó esperando afuera de la abadía hasta que llegó un automóvil para llevárselo.
Enormes multitudes aplaudieron mientras Carlos y Camila se transportaban en el Carruaje Dorado de Estado desde la Abadía hasta el Palacio de Buckingham, acompañados por una procesión de 4.000 soldados y bandas militares que tocaban alegres melodías.
La población de la actualidad es muy diferente de la que vio coronar a Isabel. Casi el 20% de la población proviene ahora de grupos étnicos minoritarios, en comparación con menos del 1% en la década de 1950. En las escuelas británicas se hablan más de 300 idiomas y menos de la mitad de la población se describe a sí misma como cristiana.
A pesar de esto, vino gente de todo el mundo y de toda Gran Bretaña para ser parte de la ocasión.
«Es simplemente estar rodeado de amor y ver a nuestro rey Carlos. Él es nuestro pilar», dijo Jill Coughlin, una admiradora de la realeza proveniente de Essex, al este de Londres. «Amábamos a nuestra reina y estas son las siguientes generaciones. Así que es maravilloso para nosotros, absolutamente maravilloso».
AFP